domingo, 25 de noviembre de 2007

Perseguido



Tengo tres mil pensamientos clavados en el cráneo, pero creo que no son mios. Mi alma es la de un guitarrista de blues que está prisionero quizá por su tristeza. Mis ojos no sé de quienes son, pero me siento observado por todo aquello que veo. Mis manos están casi desgastadas de haberme asesinado mil veces y mi boca está medio colgando porque retienen cada instante palabras llenas de ácido. El corazón es de mi verdadero yo, pero no sé si es el mismo después de esta guerra entre mi mismo. Y de mientras, el mundo entero me quiere en la silla eléctrica, por que a todos ellos les di mis pensamientos, mi cara y también mi vida.

Foto: Val del Omar.

5 comentarios:

Patricia Angulo dijo...

Yo te veía el alma así, con la tristeza infinita de un guitarrista de blues.

Dejá al mundo entero esperando, dejálos que se mueran en esa espera, no les des el gusto de ver cómo se te fríen las ideas y la vida.

Quedate con tu corazón, que estoy segura que es el mismo, pero fortalecido.

Besos

MaLena Ezcurra dijo...

Sos un blues desgarrado, intenso, tan melancólico que duele.
Pero es inquietante caminar tus recovecos, mucho.

Te abrazo alma mía.

TORO SALVAJE dijo...

Menos mal que llego aquí, te leo, y digo, síiiiiiiii, es eso, exacto, es eso, justo eso, y me siento reconfortado y acompañado.

Gracias por tus palabras.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Ayssss que dos, entre el toro y tú me vais a matar a nostalgia y tormento... ya te imagino yo a ti a sí mi niño, y que poca gracia me hace, lo único bueno que saco de todo ésto, es que vuestras letras son insuperables. Será las que sólo pueden producir las almas atormentadas...
Besos sé que me quieres y tú también sabes que te quiero

Lol V.Stein dijo...

Yo también creo que no son mías... esas palabras de ácido.. por eso me impide escribir lo que no parte de mí... qué tristeza más auténtica la tuya, Maik, me ha gustado mucho este post, lo leí, y tus comments (muchas gracias) pero he estao algo pachucha y no he podido responderte antes.

Un abrazo, compañero de la noche